viernes, 5 de octubre de 2018

Los Girasoles de Vincent van Gogh

La cuñada de  Van Gogh
Los artistas trabajan para dejar plasmado sus sueños, imágenes que son testimonios y que están allí cargadas de experiencias. Todo verdadero creador le preocupa que va a pasar cuando el pase a otro plano. Así, cada día, se dedica a construir su mundo, pero hay un momento que la muerte llega; en vida le preocupaba donde irían aparar todos sus poemas, partituras, escritos, cuadros y esculturas, las cuales, había creado con pasión y esfuerzo.
Hay artistas que en vida han involucrado a su familia, como es el caso del maestro Carlos Cruz Diez, donde su  fallecida esposa Mirta, sus hijos y nietos han construido  una gran fortaleza para la producción y divulgación de sus obras. Hay muchos que corren con la suerte que es la viuda, el hermano, el coleccionista, el marchan, los hijos o nietos quienes van a defender ese legado; unos van, apresuradamente, a malvender las obras o a tratar de publicar sus manuscritos, sin embargo, en vida del artista nunca se preocuparon por él. Hay artistas que al morir sus obras se dilapidan y llega un momento que cae en el olvido y  se pierden. Con Armando Reverón, fueron  Don Alfredo Boulton y otros amigos, quienes divulgaron su obra e hicieron un registro fotográfico y, si no hubiese sido así, al morir sus obras hubiesen ido al basurero, ya que muchos lo vieron como un anacoreta, ermitaño y loco, olvidándose que cuando Reverón se encerró, venía de haber visto obras en los grandes museos de París, Barcelona y Madrid y ya era un pintor con una portentosa obra y de gran valor artístico.
Pero hablemos de la cuñada de Vincent van Gogh. Johanna Borger era la esposa de Théo, el hermano de van Gogh. Relación excepcional entre dos hermanos; uno marchand; y, el otro artista. Cuando Vincent Van Gogh (1853-1890) se suicidó; a los 6 meses muere de tristeza su hermano Théo. Johanna viuda de 28 años, con un pequeño niño; dama muy instruida, se viene a París y ve que en el apartamento de Pigalle, en Montmartre, habían 200 cuadros, ya que a nadie le gustaba su pintura. Él realizó alrededor de 600 pinturas y miles de dibujos.
Johanna comienza a leer las cartas y va conociendo mejor a su cuñado. Al poco tiempo de su muerte organiza una exposición de sus dibujos. Estaba de moda los domingos como día de descanso. Abre una posada restauran en un pueblo cerca de Ámsterdam. Las paredes están decoradas con  “Los Girasoles”, paisajes y figuras… es una manera de divulgar y dar a conocer a su cuñado.
 Después se dedica a buscar los cuadros por diferentes lugares y comienza a exhibirlos en Ámsterdam, los Estados Unidos y Francia. Se da a conocer la producción de este artista; edita la correspondencia entre los dos hermanos, las conocidas “Cartas a Théo” Así, de esa manera va construyendo un nombre y las personas van valorando la obra. Los coleccionistas empiezan a comprar los cuadros. Actualmente, cuando un  Van Gogh aparece en subastas se lo pelean para comprarlo.
 Su sobrino, también, llamado Vincent funda la fundación Vincent van Gogh (1960), se ocuparon de divulgar, exponer y dar a conocer ese gran artista. Hacer arte es un camino difícil, y después al morir el artista necesita a alguien que asume esa gran responsabilidad, ya que dar a conocer una obra e imponerla es difícil, se necesita mucho amor y entrega, conocimiento y trabajo; y Johanna  Borger tuvo el  amor y el coraje de luchar por divulgar a su cuñado  van Gogh, como ella muy bien lo llamaba cuando asumió ese gran reto de mostrar lo importante de este creador,  está es la historia del pintor de “Los Girasoles”. ¡Gracias Johanna!

Esteban Castillo                            estebancastillov1941@gmail.com

2 comentarios:

Marialejandra dijo...

Maestro, que bella historia! No me la sabía. Había leído sobre Van Gogh pero cuando estuvo vivo y lo triste de su vida. Me encanta.

Unknown dijo...

Muy buen texto saludos Artista.. Compadre valla enfilando el libro


Cuando yo tenía un año de edad

Las calles de mi barrio

Los sábados en mi barrio Los sábados en la noche había “espectáculo de calle”, palabras soeces, gritos, peleas y hasta sangre, eso era en mi barrio, muy cerca de “Los colerientos”. Ahí fueron enterradas las personas cuando la epidemia del cólera, hace muchos años atrás. Yo estaba pequeño, de uno 12 años, pero yo quería ver, oír, leer y sentir otra cosa. De repente y, sin casi darme cuenta, yo ya estaba sentado en la parte de atrás del Teatro Juárez dibujando las bailarinas del ballet de Taormina Guevara y tratando de acercarme a otra música diferente a la que se escuchaba en los botiquines y burdeles de mi barrio. Quise aprender a tocar violín, pero me decido por la pintura, que comparto con la fabricación de sorpresas para niños, las carreras de bicicleta, trabajé de buhonero, decorador de bares; de portero de la escuela de arte y más tarde profesor de paisaje. Un amigo italiano que yo visitaba llamado Chiafre y su esposa Aura, tenían una gran biblioteca; ojeando los libros encontré uno llamado “ Realidad natural y realidad abstracta” de Piet Mondrian. Ahí, en ese libro hay una conversación entre un pintor naturalista, un pintor abstracto y un aficionado a la pintura, en él se enfoca los diferentes puntos de vista que tienen los tres con relación al paisaje. Disfruté el libro hojeándolo y leyéndolo. Leí el libro de“Las cartas de Vicent Van Gogh a su hermano Theo. En ese tiempo, década de los 60, estaba en cartelera la película “ Sed de vivir” es la vida de Van Gogh y de Paúl Gauguin, interpretada por Antony Quinn y Kirk Douglas. Ya escucho a Beethoven, Bach, Mozart. Y de pronto estoy en Nueva York, (1964) en el Museo de Arte Moderno. Estoy sorprendido, ya no son las imágenes de un libro que yo veía en mi taller de Barquisimeto. Estoy frente a Guernica,(1937) estoy frente a un icono del arte moderno, frente a una obra de un gran mensaje, representa el bombardeo por los alemanes sobre la ciudad Vasca, Guernica. Es un cuadro contra la injusticia y la guerra. Ahí estaba esa obra de casi 8 metros por 4 metros, trabajada con blancos, grises y negros, y muchos dibujos previos a la misma. Quedé regocijado al estar frente a ella. Vi, también, de Picasso las obras: “La mona con su pequeño,” qué interesante es cuando comenzamos a detallar la obra y vemos que su cabeza está realizada con dos carritos de juguete, lo mismo que está expuesta, “Las señoritas de Aviñon”(1907), obra clave en el arte moderno, es el comienzo del cubismo, es la lección de Paúl Cezanne y de la influencia del arte africano. Ahora es Paris, la atmósfera de los impresionistas me impregna mi pupila, la obra “Impresión: sol naciente”(1872) de Monet me captura, lo mismo que “Los nenúfares,”como igualmente las obras de Cezanne, Van Gogh y otros artistas impresionistas y postimpresionistas. Disfruto sus obras, ya que durante años he visto las imágenes en los libros. La exposición “Luz y Movimiento” (1967)me sorprende por los planteamientos y donde El cinétismo y la geometría son el resultado de muchos años de búsquedas. Pasan los meses, ahora, estoy en Florencia y camino por sus calles, y al cruzar una esquina de repente veo la Catedral de Santa Maria de Fiore; me sentí pequeñísimo al ver algo tan majestuoso, en la ciudad de los Médicis, que habían sido comerciantes y banqueros. Y donde tantos artistas, con el apoyo de Lorenzo de Médicis, vivieron y desarrollaron sus obras, muchos artistas: Leonardo, Miguel Ángel, Botticelli, Rafael y, esa famosa cúpula realizada por Brunelleschi. Quedé otra vez, ¡boquiabierto!, y así fue lo mismo en Roma frente El Moisés de Miguel Ángel, en Roma y El David en Florencia, o en La Capilla Sixtina. Cada día estoy más lejos de esos sábados en mi barrio. Estoy disfrutando El Renacimiento, estoy viviendo los siglos XV al XVI. Han pasado los años, ahora con lagrimas en los ojos de la emoción, y ya casi cayendo en el Síndrome de Jerusalén, (sentirse o creerse un personaje bíblico) estoy viendo partes de “ Los manuscritos del mar Muerto” me siento como el pastor que por allá por en el año 1947, perdió una oveja, y al tratar de buscarla en una cueva encontró unas ánforas y dentro de ellas unos pedazos de cueros, él pensó: “Me haré unas sandalias con ellos”, pero cuando el zapatero limpió los cueros vio que aparecían letras, posiblemente del alfabeto arameo o hebreo y que gran sorpresa al descubrir los científicos y los arqueólogos, que eran textos de la Biblia que habían sido escondidos por los Esenios, en la época de la invasión Romana en Palestina. Me sentía conmovido, quería como leer lo que estaba escrito, me paseaba de un lado a otro observando todo y extasiado por lo que estaba viendo; salí de la exposición y me fui a pasear por los Campos Elíseos, diciéndome, que lejos estaba en el tiempo de mi calle de mi barrio. Tiempo después fui a oír al maestro Alirio Díaz que se presentaba en el Teatro Chatelet de Paris, oí otra música, la buena música, ahí escuché a Tárrega, y si mi memoria no me falla “Recuerdos de la Alhambra”, los valses venezolanos, me sentí orgulloso de ver y escuchar al maestro Alirio Díaz. Yo siempre en mi taller trabajaba escuchando sus interpretaciones, me hacían sentirme que yo había descubierto otro tipo de música. Esa noche me sentí contento de ser venezolano y sobre todo que era de mi querido Estado Lara, (Venezuela) y al salir del concierto, entré a un café a tomarme un chocolate. Qué lejos estaba de esos gritos y de esas trifulcas, de esos ruidos sabatinos. Hoy estoy contento de haberme acercado al arte, a lo bello, a lo sagrado, a lo sublime, a lo humano. Después de tantos años, mis sábados son diferentes... Esteban Castillo Barquisimeto